Pasan los días y la figura del expresidente de All Boys, Roberto Bugallo, se va diluyendo. Pero la marca de sus 14 años consecutivos de mandato autoritario dejaron una herida difícil de sanear, que el club, a través de sus socios tratan de sacar a la institución adelante luego de una gestión que hizo estragos en la economía del Albo.
Corría el año 2000 y el presente del cuadro de Floresta era calamitoso tanto en lo deportivo como en lo institucional. Con un perfil humilde y respaldado por gente allegada, Roberto Bugallo se hacía cargo de All Boys para sacarlo de las ruinas, lugar donde volvería a depositarlo 14 años después.
Tesorero de un conocido laboratorio farmacéutico y vecino del barrio de Floresta, Bugallo empezaba a sobresalir por su buena gestión que luego de ocho años, conseguiría, por medio de un proyecto firme, depositar al Albo en la B Nacional. Mantuvo a José Romero como técnico, no desarmó el plantel e hizo obras en el estadio Islas Malvinas. Sin embargo, detrás de todo esto, el poder de Bugallo, así como el pasivo del club, empezaba a aumentar estrepitosamente.
Siempre vale superarse y ser ambicioso, pero también se debe ser cauto y responsable, algo que el exempleado de Casasco, no tuvo en toda su gestión. Ya en 2008, con el Albo ascendido a la segunda categoría, Bugallo empezó a monopolizar el club. Todas las decisiones pasaban por él, no existía la oposición y muchos miembros de la comisión directiva comenzaron a distanciarse y a dejarlo solo como por ejemplo Francisco Capello, Patricio Troviato, Carlos Senderosky y Héctor Capurro, entre otros por su autoritarismo.
“Gastaba más de lo que ingresaba”, así de claro lo definió un exintegrante del G7, órgano que se hizo cargo del club luego de la salida de Bugallo. Dejándose llevar por la brisa y el aroma embriagador del poder, el expresidente fue por más y afirmó que llevaría a All Boys a la Primera División.
Hay algo que debemos tener en cuenta, para armar un plantel competitivo que pelee el ascenso y luego se mantenga en Primera se debe hacer una gran inversión, sumado a que, con obligatoriedad, los contratos se disparan cuando el club llega a la máxima categoría del fútbol argentino, algo que al mandatario poco le importó.
Con un ingreso por televisión, poco de sponsors y el dinero proveniente de la cuota social, hacían que la plata sea insuficiente para el proyecto ambicioso del mandamás. Y con la entrada financiera que aportaba Casasco, el pasivo del club se incrementó de forma considerable.
No tenía sombra y menos cuando el Albo logró el sueño de ascender a Primera, pero detrás de la felicidad, la alegría y la euforia de tan importante logro, un club iba directo a la quiebra. Pésimas decisiones como contrataciones lujosas de Ariel Ortega y el Ogro Fabbiani entre otras, hicieron que una institución humilde y modelo cambiara drásticamente lo hecho en el pasado.
Cámaras, fotos, dinero o vaya a saber qué motivo, hizo que Bugallo suelte definitivamente las riendas de All Boys, que más tarde terminaría desbarrancando con un pasivo que llegó a los 35 millones de pesos, cheques rebotados y algo impensado como deudas al plantel profesional y empleados del Albo.
Francisco Capellano, exgerente general del Albo, le encontró una explicación lógica al incremento del pasivo: “Lo hacía para perpetuarse en el poder, endeudaba al club con ese motivo”, señaló. La caída empezó a verse a mediados del 2012, ya que anteriormente, los logros deportivos como ganarle a Boca en la Bombonera y a River en el Monumental sumado a las buenas campañas, tapaban lo que pasaba económicamente.
Empezaron a rebotar cheques, los jugadores no cobraban, ni siquiera Pepe Romero, que se le adeuda una suma de 700 mil pesos, o a Agremiados que pide cobrar 15 millones de pesos. En tan solo un año y medio, el pasivo se disparó de los 35 a 90 millones de pesos. Para comparar y tener dimensión de la debacle, esta deuda se asemeja a al pasivo de un club “grande”.
La gestión autoritaria de Bugallo se debe definir como nefasta. Más allá de lo conseguido a nivel deportivo, fracasó como cabeza de una institución, haciéndole un daño que tardará varios años en repararse y que requiere de gran esfuerzo.
Luego de una Asamblea se tomó una decisión que se tendría que haber tomado hacía mucho tiempo, finalmente se destituyó a Roberto Bugallo, dejando que siete socios se hicieran cargo del Albo.
Con él fuera del mundo All Boys, siguió queriéndole hacerle daño a su exclub, pidiendo un porcentaje del 60 por ciento del pase de Jonathan Calleri a Boca, sabiendo que ese dinero hacía falta para que el Albo pudiera levantar una inhibición que impedía habilitar a los jugadores recientemente contratados para afrontar el descenso a la B Nacional.
Hoy el club está más unido que nunca y es de los socios. Por medio de Daniel Barraza trata de salir adelante y olvidar al dirigente que más daño le hizo a la institución de Floresta. Afrontando la B Nacional con un presupuesto bajo con el objetivo principal de sanearlo económicamente por medio de una campaña para hacer más socios. Sin dudas, All Boys no quiere que nunca más haya un “Horacio Roberto Bugallo”.
Mauro Fernandez www.soloascenso.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario