La hinchada de los 30.000
“Esto es un golazo hermoso”, soltó él, sin pelo y con muchos 24 encima, cuando el drone voló alto, bien alto, para intentar captar la marea de convicción que desprendían tantas camisetas juntas. “Esto recién arranca. Es sólo el principio. Quedate tranquilo que llegamos para quedarnos”, le respondió ella, mucho más joven, con la cabellera al viento y enfundada en otros colores, mientras el “adonde vayan los iremos a buscar” retumbaba en la Avenida de Mayo, transformada a esa altura en una tribuna.
Todo arrancó temprano. Vaya a saberse cuándo. Dicen que los y las de San Lorenzo se levantaron tan temprano por la ansiedad que vieron el amanecer en San Juan y Boedo. Dicen también que las y los de Huracán, sin conocer qué pasaba en la esquina Homero Manzi, se reunieron mate de por medio en Parque Patricios para prepararse con tiempo. Uno de Argentinos Juniors llegó primero a la cita, desplegó la bandera de forma paralela a la 9 de Julio y se puso a repartir volantes entre quienes miraban sorprendidos la leyenda pintada con letras negras: Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino.

Todo terminó en aplauso. En aplauso y en abrazo. En aplauso, en abrazo y en grito de gol. El señor sin pelo y la chica de la cabellera al viento abrieron grande la boca, prometieron marchar cada año y ratificaron la voluntad de trabajar todos los días para que al olvido ni se le ocurra arrimarse a nuestros clubes. La hinchada, esta hinchada que apareció un sábado inolvidable, esta hinchada parida para sacudir conciencias, sabe bien que está en la cancha para alentar a los 30.000.
PH: Matías Cervilla.
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