
El Fútbol
Porque a vida só se dá pra quem se deuPra quem amou, pra quem chorou, pra quem sofreu Ah, quem nunca curtiu uma paixão nunca vai ter nada, não
Vinicius de Moraes
¿El fútbol en un libro de poesía? Seguro…!!
Dejemos atrás la definición básica que irrefutablemente dirá que se trata de un deporte. El fútbol es la urdimbre ideal donde la pasión teje toda la variedad de sentimientos posibles. Amor, odio, soberbia, humildad, llanto, risa, tristeza, euforia, desazón, son sentimientos humanos que difícilmente puedan encontrarse juntos en otro lugar que no sea la tribuna de un estadio de fútbol.
A pesar de los negociados, de los dirigentes corruptos, de los barrabravas, la televisión y cuanto ingrediente nocivo le quieran agregar, el fútbol, o mejor dicho el club, la camiseta, los colores, seguirán convocando almas nobles, amantes incondicionales incapaces de traicionar.
¡Cómo iban los poetas a perderse esa oportunidad!
La pasión del fútbol adquiere su máxima expresión cuando se es hincha de un “equipo chico”, un término que lejos de parecerme peyorativo, me da un orgullo particular. Porque sé que esta pasión la comparto con pocos, lo que la hace más mía, porque las derrotas duelen menos y las victorias son mas resonantes cuando nacen del esfuerzo y la modestia, porque sólo el tiempo es el único camino para alcanzar una gloria casi quimérica, por ejemplo jugar en la Primera División del Fútbol Argentino.
Románticos, ilusos, pasionales, y sensibles como aquellos hombres que el genio Dolina domiciliara en el barrio de Flores, –y Floresta, agrego yo, por obligada extensión -así somos los hinchas de All Boys.
Del libro de Sergio Cuello
DE FLORESTA A CAPIILLA VIAJANDO CON VERSOS
Porque a vida só se dá pra quem se deuPra quem amou, pra quem chorou, pra quem sofreu Ah, quem nunca curtiu uma paixão nunca vai ter nada, não
Vinicius de Moraes
¿El fútbol en un libro de poesía? Seguro…!!
Dejemos atrás la definición básica que irrefutablemente dirá que se trata de un deporte. El fútbol es la urdimbre ideal donde la pasión teje toda la variedad de sentimientos posibles. Amor, odio, soberbia, humildad, llanto, risa, tristeza, euforia, desazón, son sentimientos humanos que difícilmente puedan encontrarse juntos en otro lugar que no sea la tribuna de un estadio de fútbol.
A pesar de los negociados, de los dirigentes corruptos, de los barrabravas, la televisión y cuanto ingrediente nocivo le quieran agregar, el fútbol, o mejor dicho el club, la camiseta, los colores, seguirán convocando almas nobles, amantes incondicionales incapaces de traicionar.
¡Cómo iban los poetas a perderse esa oportunidad!
La pasión del fútbol adquiere su máxima expresión cuando se es hincha de un “equipo chico”, un término que lejos de parecerme peyorativo, me da un orgullo particular. Porque sé que esta pasión la comparto con pocos, lo que la hace más mía, porque las derrotas duelen menos y las victorias son mas resonantes cuando nacen del esfuerzo y la modestia, porque sólo el tiempo es el único camino para alcanzar una gloria casi quimérica, por ejemplo jugar en la Primera División del Fútbol Argentino.
Románticos, ilusos, pasionales, y sensibles como aquellos hombres que el genio Dolina domiciliara en el barrio de Flores, –y Floresta, agrego yo, por obligada extensión -así somos los hinchas de All Boys.
Del libro de Sergio Cuello
DE FLORESTA A CAPIILLA VIAJANDO CON VERSOS
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