Argentinos jugó a tirar centros y a despejar lejos. Así venció a All Boys por la mínima diferencia en la única llegada que tuvo durante todo el partido.
Faltan apenas unos minutos para que Argentinos y All Boys salgan a la cancha. Pero Ricardo Caruso Lombardi y Julio César Falcioni –esos amigos del hermetismo, esos técnicos hermanados en la idea de esconder el equipo hasta el último segundo– juegan su partido, se preocupan por todo aquello que sucede antes de pisar el pasto del Diego Armando Maradona y ocultan las planillas con los 22 titulares. De repente, llegan las confirmaciones y en la hoja aparece un nombre inesperado: Osvaldo Miranda, una de las 14 incorporaciones del local para la temporada, estará por primera vez desde el arranque. Es un anticipo de lo que sucederá: el Bicho, con el delantero de 1,90 metros y con los 193 centímetros de Hernán Boyero, mandará la pelota lo más cerca del cielo posible y que se arreglen las dos torres.
Ya no cae agua en La Paternal pero igual hay una lluvia de rechazos al aire, hay un diluvio de pelotazos sin sentido y hay un temporal de bochazos a cualquier parte. Porque, a priori, Argentinos tiene un mediocampo para intentar jugar: la velocidad y las gambetas de Droopy Gómez y Nagüel y el criterio de Olmedo. Pero ocurre que el cuadro de Caruso Lombardi evade esa zona: decide pararse bien cerca de Migliore, saltear a los volantes y enviar la pelota directo –en el mejor de los casos– a los atacantes.
Así juega –¿juega?– Argentinos. Se resguarda en su arco, defiende con tanto entusiasmo que ni se pone colorado cada vez que tira el balón afuera de la cancha y apuesta a la efectividad. Como ante el Albo, al que doblegó en la única ocasión que tuvo en el primer tiempo: centro de Barraza, anticipo de Boyero y aparición en soledad de Miranda, ese atacante que venía de un desgarro y que se coló en el último instante en el equipo, para empujarla de zurda en el segundo palo. Así aumentó la supremacía en el historial ante All Boys con el que nunca perdió de local. Así está primero en el Inicial 2013 con 13 puntos y ningún gol en contra en su casa.
Así, con nada de fútbol y con la cola bien pegada a su arco inclusive cuando el conjunto de Falcioni se quedó con diez por la roja a Battión, se trepó a lo más alto. Y se enorgullece por su presente después de un pasado muy reciente en el que caminó por el precipicio del descenso. Se ilusiona con su futuro. Y celebra. Como Miranda, el verdugo de turno del Albo, que, por tercera vez en 90 minutos, deja el campo por unos segundos para que le acomoden la venda ensangrentada que cubre su cabello.
ElGrafico Diario
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